PROTEGIENDO SU SALUD

Nicaragua está atravesando una crisis económica y política muy seria de la que fuimos plenamente conscientes en nuestro último viaje.

La economía nacional ha caído en picado en los últimos años y la educación y la salud pública se han visto tremendamente afectadas.
La población todavía sufre las consecuencias de la pandemia, que ha privado a millones de personas de esos trabajos informales que dan de comer a muchísimas familias. Pero esto no es todo, dos huracanes seguidos de un año de sequía han arruinado el trabajo de miles de campesinos.
El clima que se respira cuando estás allí es de incertidumbre y tristeza y quien puede huye en busca de nuevas oportunidades.
Este es el caso de la madre de Juan, que emigró a Costa Rica en busca de trabajo, dejando a su hijo con el abuelo Eduardo a quien encontramos en nuestra visita a las Brigadas Médicas que hacen una ronda semanal por todas las comunidades rurales.

Cuando llegamos después de largas horas de viaje desde la ciudad por caminos en muy mal estado, nos estaban esperando numerosos pacientes. Para ellos el «Día del Doctor» es un día especial.

El abuelo Eduardo juntó sus manos con las mías, marcadas por el trabajo en el campo, mientras nos contaba lo difícil que es criar
sólo a un niños tan pequeño. El niño fue sometido a una revisión, se le pusieron las vacunas oportunas tan necesarias en ese momento de su vida, se le dio las indicaciones oportunas para su correcta alimentación, al carecer de la lecha materna, tan  esencial en esta etapa. También estamos preocupados por el abuelo Eduardo, su corazón no funciona bien pero está tan ocupado en criar a su nieto que descuida totalmente su salud.

En Nicaragua crece día a día el número de ancianos que se quedan solos a cargo de sus nietos. Son muchas las mujeres que se ven obligadas a emigrar en busca de trabajo y dejar a sus hijos. Es un desapego que causa un sufrimiento tremendo a toda la familias, pero no tienen otro remedio.

Por esto después de nuestro viaje queremos dar voz a esta emergencia, que combina la fragilidad de los niños con la de los ancianos. Podemos hacer mucho por estas familias rotas y sumidas en la pobreza.

Un pequeño gesto de generosidad nos ayuda tremendamente a cambiar la vida de abuelos como Eduardo que está pasando sus últimos  años lleno de dificultades, o de niños como Juan que crece separado de su madre.

En Nicaragua crece día a día el número de ancianos que se quedan solos a cargo de sus nietos. Son muchas las mujeres que se ven obligadas a emigrar en busca de trabajo y dejar a sus hijos. Es un desapego que causa un sufrimiento tremendo a toda la familias, pero no tienen otro remedio.

Por esto después de nuestro viaje queremos dar voz a esta emergencia, que combina la fragilidad de los niños con la de los ancianos. Podemos hacer mucho por estas familias rotas y sumidas en la pobreza.

Un pequeño gesto de generosidad nos ayuda tremendamente a cambiar la vida de abuelos como Eduardo que está pasando sus últimos  años lleno de dificultades, o de niños como Juan que crece separado de su madre.